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Purificación de recuerdos

Vive en mí el imborrable recuerdo con el que cargo el peso de la autodestructiva tragedia de una tóxica existencia. Bajo el yugo del ardiente letargo en ese infinito desierto, donde mi sombra no se despega de mí, largo tiempo he yacido ante las impetuosas arremetidas de una ilusoria luz de esperanza, que oculta bajo la superficialidad de sus rayos la implacable esencia subrepticia del abatimiento. Un abatimiento que bajo las etiquetas de decepción, desesperanza, olvido sin perdón y corrosión en una vida plagada de soledades encubiertas y sueños rotos, es testigo de quienes, con ojos que ven lo iluminado y espejos que reflejan la luz, reciben y aceptan aquel fraudulento paradigma con brazos abiertos y así viven prisioneros de su propias decisiones, bajo la ilusoria imagen de la libertad y la holgura. Es imposible que dicho recuerdo fluya desde el melancólico rincón de los lúgubres recuerdos de aquella libertad en prisión, sin que el mismo sea acompañado por la suave y empática caricia...

Entre lágrimas y pétalos

Sumida en la eterna y absoluta soledad de las tinieblas... adentrada en las más negras profundidades de este abismo de sombras y desolación... bajo la omnipresente desgracia de esta pérfida existencia... Entre lágrimas y pétalos, yace yerta en su inerte letargo una entidad pulverizada en los confines de la adversidad. Lágrimas de desolación que esconden alaridos de misericordia... derrames de dolor que revelan los estragos de un corrosivo infortunio de soledad y suplicio. Los sollozos de mi alma devastada hoy alimentan un oscuro jardín que se nutre de los desgarradores llantos de una prisión en la libertad de las sombras. Las brisas de la desolación emiten descorazonadores susurros de tormento, dualizando el dolor a través de la memoria y el remordimiento. Negros pétalos florecen en el sombrío césped de este jardín de las profundidades de las tinieblas, cuya fertilidad viene dada por el amargo riego de lágrimas derramadas. Hambrientos vorazmente de desgracia y sufrimiento, l...

Vestigios de un alma trizada

Camino con melancólica lentitud hacia adelante. El triste y sombrío camino que se extiende ante mis ojos es recorrido a base de constantes tropiezos e ingentes oscilaciones del rumbo. Con el cuerpo casi yerto y el alma congelada en soledad y agonía, mi paso se vuelve tenue y débil. Sé hacia dónde estoy yendo, pero no vislumbro el punto de llegada. El blanquecino cielo, y los ápices de niebla, difuminan mis lejanos alrededores, y todo lo que mis exánimes ojos logran captar es la difusa imagen del extenso desierto que estoy recorriendo, guiado únicamente por las vías del tren, que sin bifurcarse, llevan directamente hacia donde quiero ir. El final de mi camino está extremadamente alejado, y la lentitud de mis pasos me hace imposible llegar a tiempo. Largo tiempo ha transcurrido desde la última vez que vi al tren pasar a mi lado. Mejor que sea así... El precio a pagar es alto, y el único capital del que dispongo son mis lágrimas de dolor. Pago con lágrimas el desconsuelo destructivo de ...

Espejo de sombras

Omnipresente, eviterno, implacable. Vehemente en la esencia misma de su existencia. Cruel, despiadado, destructivo. Silencioso en su subrepticio curso de acción. Incierto, misterioso, enigmático. Indiferente a su vertiginosa complejidad. Su oscuridad hoy en día me mantiene depositario de sus sombras, y aherroja la holgura de mi alma. En el impetuoso abismo de mi vacío interior, es la única entidad que se hace presente. Una entidad que vive, pero cuyos desgarradores embates constituyen una contraposición de lo que razonablemente uno conjetura como vida. Alguna vez se me preguntó... —¿Por qué tu espejo ha dejado de funcionar? La ignorancia, o la pregunta compleja precipitada... El monopolio semántico cuyo arbitrio alcanza impactos morales y teleológicos. Signo de la más viva manifestación de autoengaño, esclavitud ante la etiqueta lingüística, y la incómoda presencia de ojos que abiertos solamente pueden mirar, mas no ver. Penetrar en estas tinieblas me separa de dichos límites...